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Debemos vacunar al mundo entero inmediatamente

Martin Wolf © 2021 The Financial Times Ltd.

Por: Martin Wolf | Publicado: Jueves 11 de febrero de 2021 a las 04:00 hrs.
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Martin Wolf

La economía mundial se está recuperando de las profundidades de la crisis de Covid-19. Pero esa crisis no desaparecerá permanentemente hasta que la pandemia no esté bajo control. Dado que el virus no conoce fronteras, no puede estar bajo control en ningún lugar a menos que esté bajo control en todas partes. La alternativa es que permanezcamos en las ‘cárceles nacionales’ por tiempo indefinido. Por desgracia, eso es lo que arriesgamos vivir si los líderes no apartan la mirada de sus propios países.

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En su Actualización de las Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés) de enero, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó un crecimiento económico mundial del 5,5%5 este año y del 4,2% en 2022. Además, su “pronóstico para 2021 se revisó al alza en 0.3 puntos porcentuales en relación con el pronóstico anterior”. Ahora también se cree que la contracción global en 2020 fue 0.9 puntos porcentuales menos de lo anticipado anteriormente. Sin embargo, fue la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial y tuvo efectos especialmente devastadores en las mujeres, en los jóvenes, en los pobres, en las personas con empleos informales y en los que trabajan en sectores de contacto intensivo.

Las pérdidas en relación con las expectativas prepandémicas son enormes y, probablemente, terminarán siendo permanentes, una forma de “largo Covid económico”. Tal como lo ha señalado el informe Perspectivas Económicas Mundiales del Banco Mundial, esto se debe en parte al daño causado a la inversión y al capital humano. También se debe a la combinación de debilidades económicas preexistentes con una mayor fragilidad, particularmente el significativo aumento de la deuda. Uno de los capítulos del informe se titula “Rumbo a una década de desilusión”. Eso es creíble y perturbador.

Una condición previa para limitar el daño económico y social a largo plazo es controlar el virus. Sólo entonces podremos tener esperanzas de volver a la vida normal. De hecho, ningún evento desde la Segunda Guerra Mundial ha demostrado mejor los límites de la autonomía nacional. Un reciente artículo publicado por la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (NBER, por sus siglas en inglés) sostuvo que “hasta el 49% de los costos económicos globales de la pandemia en 2021” recaerán sobre las economías avanzadas, incluso si ellas logran la vacunación universal domésticamente. Esto se debe a las redes de producción y de comercio que unen a los países. Ninguna economía es una isla.

Tal como lo ha argumentado Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el nacionalismo de las vacunas perjudica a todos y no protege a nadie”. Además, los costos de una política aislacionista de “salud en un solo país” no son solamente económicos. También implica límites a largo plazo de los viajes transfronterizos de cualquier índole.

Más importante aún, el nacionalismo de las vacunas aumenta el riesgo epidemiológico. Cuanto más extendido esté el virus, mayor será la probabilidad de que ocurran dañinas mutaciones. La llegada de tales mutaciones ya ha sugerido la necesidad de un esfuerzo a largo plazo para adaptar las vacunas, aparte del desarrollo de mejores tratamientos. Es cada vez más claro que Covid-19 va a ser una larga travesía.

También debe ser una travesía global. Sin embargo, un rápido vistazo a las tasas mundiales de vacunación muestra que, más bien, existe una carrera para vacunar a las poblaciones locales, con los países ricos a la cabeza. Entre los grandes países ricos, el Reino Unido está actualmente en la delantera con 19.2 dosis administradas por cada 100 residentes. La cifra global es de sólo 1.7 dosis.

Sin embargo, no era inevitable la falta de financiación de los esfuerzos para producir y distribuir vacunas para el mundo.

Tal como están las cosas, COVAX —el esfuerzo para producir y distribuir vacunas a nivel mundial— tiene la esperanza de entregar 2.3 mil millones de dosis este año. Pero incluso eso cubriría sólo alrededor de una quinta parte de su población objetivo; demasiado pocas personas para lograr la inmunidad colectiva. Los suministros planificados también están seriamente retrasados este año. La mayor parte de las vacunaciones necesarias ahora se realizarán en 2022 y 2023. Eso es demasiado tarde. De hecho, ya para el próximo año puede que sea vital volver a inocular con vacunas modificadas a los primeros receptores.

El dinero es un tema crucial. A fines del año pasado, el Compromiso de Mercado Anticipado (AMC, por sus siglas en inglés) de COVAX, el cual compra dosis anticipadas para los países pobres, tenía US$ 2.4 mil millones. Con las promesas hechas desde entonces, necesita otros US$ 2 mil millones para pagar las dosis que se necesitan este año. El esfuerzo de vacunación total probablemente costará US$ 35 mil millones o más, con la probable necesidad de una revacunación regular. Y costará aún más si se hace un esfuerzo por acelerar la producción y distribución de vacunas este año. Además, el Acelerador ACT (siglas en inglés de Acceso a Herramientas de COVID-19) —del cual COVAX forma parte, pero que también incluye tratamiento y pruebas— en la actualidad tiene una brecha de financiamiento de US$ 27.2 mil millones, y necesitará más fondos en el futuro.

Según el FMI, las economías avanzadas ya han anunciado US$ 5.6 billones en gasto fiscal adicional en respuesta al Covid-19. Y eso representa sólo una parte del costo fiscal total. El dinero que el Acelerador ACT necesita en la actualidad es solamente el 0,5% de esta suma. Incluso si el dinero necesario para acelerar la producción y distribución de vacunas para uso global fuera US$ 100 mil millones, ésa sería una cantidad insignificante en comparación con los costos fiscales de la pandemia, y ni hablar de los enormes costos de salud y en otras áreas que la pandemia ha impuesto.

Los científicos han logrado milagros con las vacunas. Ahora los líderes del mundo sólo tienen que mostrar un elemental sentido común. Ellos deben hacer “lo que sea necesario” para financiar la producción y distribución aceleradas de vacunas —y, si es necesario, vacunas reformuladas— a nivel mundial.

Ésta es la única forma en que podemos recuperar algún tipo de normalidad. No se debe permitir que algo se interponga en el camino. Ésta es una guerra global y nuestra especie aún no está ganando. Eso tiene que cambiar, empezando mañana mismo.

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